¡Hola, hola, cinéfilos! ¡Bienvenidos un lunes más a mi humilde rincón de reseñas! ¿Cómo ha empezado el segundo mes del año? Espero que bien.
Yo, por mi parte, vengo por fin con «La reseña» del trimestre, ya pasado un tiempito desde el estreno y sintiéndome más a salvo de los dardos anti-spoiler. ¿Vamos a ello?
Star Wars, Episodio IX: El Ascenso de Skywalker (Filmaffinity)
Han pasado muchas semanas desde que Rey salvase a la Resistencia de las garras de La Primera Orden en Crait, aunque la muerte de Luke Skywalker sigue pesando en su corazón y en el de su hermana, la general Organa. Sin embargo, el retorno de Rey a la Resistencia despierta tanto luces como sombras y el primero que no termina de aceptar su comportamiento es el flamante nuevo general, Poe Dameron. Sin embargo, la unidad llamará de nuevo a sus puertas cuando una transmisión interceptada anuncie algo mucho más peligroso que el ejército liderado por Kylo Ren: el emperador parece haber despertado de la tumba. Y eso no es lo peor: tiene una flota con la que pretende dominar de nuevo la Galaxia. ¿Podrá la Resistencia detenerlo? ¿Se encontrará Rey por fin a sí misma… o sucumbirá a la oscuridad como lleva temiendo tanto tiempo?
- El retorno de Abrams.
Pues sí, como echo de menos este sistema, vamos a retornar a las reseñas por puntos que creo que, sobre todo en este caso, serán bastante explicativas de por qué no me ha gustado esta película.
Comenzando por algo sencillo, todos lo sabéis: no puedo soportar el trabajo de J.J. Abrams. Es un director que, por algún motivo oscuro, me supera y me enciende en el peor de los sentidos. Y cuanto más hablo con gente que sabe de cine, más veo que quizá mi criterio creativo no va tan desencaminado.
Como suelen decir, Abrams es un señor que si le das un buen guión, vamos a decir que te lo «sabe hacer bien». Pero, si no, la técnica Abrams es la siguiente: vamos a poner que pasen muchas cosas, que haya mucha acción… y la coherencia ya tal. Como si vas a un McDonalds a meterte un menú XXL de Bic Mac con patatas fritas, bebida extra-grande y encima unos nuggets de guarnición. Que sí, en el momento está muy rico. Pero luego te da dolor de estómago y piensas: «¿Por qué lo he hecho?». Pues algo así pasa con la obra de Abrams. Que cuando te paras a pensarlo no hay por donde pillarlo.
- La bendita (o maldita) incoherencia
Siguiendo lo comentado en el punto anterior, esto es algo que no me quito de la cabeza desde, más o menos, la mitad del Episodio IX. ¿Qué clase de batiburrillo era ese?
Poniéndolo desde el punto de vista de la «gran» Rey -que menuda florecita en el trasero lleva la nena-:
– O sea, de repente estoy entrenando, de repente me peleo -innecesariamente y rompiendo con todo el hilo de lo poco que va de película- con otro personaje, «porque sí», a la brava. Ahora resulta que llega un mensaje que dice que el emperador está vivo.
– Ea, pues vámonos a buscarlo. Eso sí, que luego me conecto con Kylo y tengo una pelea de «distancia galáctica variable» que le lleva a saber dónde estoy. Que aparece una leyenda de La Guerra de las Galaxias (que no se tiene en pie por sí mismo pero quedaba bien ponerle, pobre Lando…), ¡oh, espera! ¿Por qué puedo curar con la Fuerza por arte de birlibirloque? ¿Qué es esto?
– Uy, espera, que creo que he matado a Chewie y me cabreo mucho porque el abuelo Palpatine mató a papá y mamá. Voy a buscar respuestas a la antigua Estrella de la Muerte (que tiene una puerta secreta que nadie conocía de antes, sorpresas de la vida…) y veo una caverna como la de Dagobah. What?
– Kylo como un perro faldero detrás de mí, pesadito el nene. ¿No ve que si puedo lo mato? Ay, lo maté. Uy, mira mejor lo curo y ya si eso, tal… Bueno, que me voy.
– ¿Hay que derrotar al emperador y a su flota? Venga, vamos a su templo Sith a intentar derrotarlo. Ay, Kylo viene en mi ayuda. No, Ben. Ay, mira qué rápido cambio de opinión y le dejo venirse a pelear conmigo… Uy, creo que se lo han cargado, vaya, bueno, voy a pelearme con mi abuelo en modo Deus ex Machina -porque eh, que no me había dejado medio muerta, no- y me lo cargo.
-Ohhh, qué majo Ben, viene a salvarme la vida. Como soy muy salada, le doy un besito (de tornillo no, pero por poco) y… uy, se murió. Bueno, no pasa nada, yo me vuelvo con la Resistencia, cumplo con los papeles y me retiro a Tatooine a vivir la vida en una propiedad que no es mía. Y si preguntan: «claro que sí, guapi. Una Skywalker de pata negra».
Y no me hagáis hablar de la batalla con los caballitos trotando por encima de un crucero espacial a lo séptimo de caballería. Ni a la súbita declaración inconclusa de Finn a Rey. Ni al «salvados por la campana» de C3PO ni a la amiga innecesaria de Poe. Ni mentar el «Endor 2.0.» ni, en general, todo lo sucedido después de la muerte de Ben. ¿Alguien entendió de verdad a qué venía tirar un destructor en Jakku for free? ¿O poner una imagen que nadie sabía si era Coruscant resucitado o Bespin?
En una palabra: desastre. Total y absoluto.
- ¿El Universo Expandido? Aquí no hacemos eso.
El colmo de la guinda del pastel. Me vienes a decir que eh, no, el Universo Expandido es alternativo y todo lo que tu quieras. Pero eso sí, coge bien la idea de los clones del emperador de la saga de las novelas de «Imperio Oscuro», rescata un templo Sith que hasta ahora solo había salido en las series, desde antes de que Disney se hiciera cargo -solo terminaron de ir a rebufo porque a los fans les debía gustar, en honor a la verdad. Sin ánimo de ofender a nadie-. Entre eso y lo de que incluyeron a Thrawn un poco ahí a lo suyo en la serie de «Rebels», pues bueno…
- ¿Qué peli te gustó más? La de Kylo y Rey.
Pues sí, venga. No todo iba a ser malo… al menos, no del todo. A pesar de lo que odié a Kylo por matar a su padre en Episodio VII; confieso que la idea de que Rey y él pudieran complementarse de alguna manera -sumado a que había oído ya que los «jedis grises» empezaban a entrar de forma oficial en el canon- me atrajo bastante. Podía haber salido una historia muy decente. ¿Quién decía que el exilio no era una opción? Eran como el ying y el yang, destinados a estar juntos y separados, complementarios y sin necesidad de depender de lo que diga o haga el poder político. Los sintientes son seres aparte de eso, guardianes de la paz. No soldados. Punto.
Pero claro, era Disney. Y en Disney, el villano tiene que morir. Y yo lo sabía, pero no por ello me escoció menos. No me pareció mal, no os llevéis a error. Era una opción tan válida como cualquier otra. Pero cuando sabes que es Disney y además has visto semejante desastre precediendo ese momento, creo que nada en una mente cabal y razonable es capaz de pensar que eso tiene ya algún sentido. El daño está hecho.
Aquí no brilla ni el apuntador
Madre mía. Si hay algo que me duele horrores de esta saga, viéndola en profundidad y de la primera a la última película, es el desperdicio de buenos actores. Oscar Isaacs, Daisy Ridley, John Boyega, Domhall Gleeson, Adam Driver… Solo por poner algunos ejemplos, pero tienen «PAPELONES» fuera de Star Wars. Son actores que se nota que saben lo que hacen… Y aquí es como si todo estuviera cubierto de gris. ¿Soy la única con esa impresión?
Los únicos que de verdad me transmitían algo en pantalla, redundando en el punto anterior, eran el tándem «Driver-Ridley». Y yo creo que precisamente esa capacidad de actuar y de compenetrarse en pantalla es lo que también alentó las esperanzas de todos los fans de #Reylo. Sus escenas, al menos, tenían algo de tensión dramática o de cualquier tipo… Aunque el final de la trilogía en ese sentido, la batalla final contra Palpatine, parecía solo una broma pesada más. Y aún así.
Disney, por favor, reconsidera hacer un lavado de cara entre tus tropas y mejora el plantel. No me pongas a figuras con tablas a hacer de bufones, por favor te lo pido. No.
- La necesidad de cumplir con los fans
Para culminar, sí, voy a hurgar en la herida. Mirad, yo soy fan de Star Wars desde los 8 años y llevo disfrutando décadas con Luke, Han, Leia, Lando, Chewbacca, Obi-Wan… Hasta Anakin y Padme, si me apuráis. Pero que me traigas con pinzas a la gente del pasado, a los jubilados de turno, para hacer que la gente -perdón por la expresión- se corra de gusto porque no hay otra cosa realmente buena en la
película, es como el chorro de salsa picante en el kebab que te evita el sabor a glutamato y a carne de baja calidad. Lo siento. No me sirve. No si lo vas a llamar «Star Wars» y lo vas a vender como un producto de la saga. Llámalo «imitación» o como te dé la gana, parodia si quieres -como la muerte del General Hux en esta película, que casi me olvido de sacarla a colación-, pero no me lo metas en ese Universo.
Por todo esto y aunque me lluevan críticas, le voy a dejar en un 1.5/5 (y creo que es de las notas más bajas que he puesto en este blog jamás). Me duele porque está «Star Wars» en el título, pero de verdad que mi religión no me permite ser menos dura con Ms Kennedy y su séquito.
Que la Fuerza os acompañe.
Una respuesta a “Lunes de cine: El Ascenso de Skywalker (Star Wars #9)”