Estirar el chicle… ¿hasta cuando?

¡Hola a todos!

Lo sé, he vuelto a pasar dos semanas sin escribir nada, no tengo perdón… Aunque debo confesar que debido a causas laborales, a partir de ahora tendrá que ser así 😦 pero que no decaiga el ánimo porque aquí seguiré al pie del cañón siempre que pueda, reflexionando y animándoos a reflexionar conmigo.

El tema de hoy son las secuelas, precuelas y compañía. Hace no mucho escuché decir a alguien cercano que lo único que se veía ahora en el cine eran superhéroes y cuentos; que la vida real ya apenas tenía peso en la gran pantalla. Y esto puede ser por dos motivos: el primero, que la vida real la tenemos tan a mano que no queremos que nos lo recuerden continuamente; y el segundo, que siempre es mejor soñar con otro tipo de vida o de realidad. Yo, la primera de todos.

Pero llega un momento que ese mundo fantástico, de héroes y heroínas, empieza a perder fuelle. Y a veces es incluso culpa nuestra, porque no nos conformamos con que una historia empiece y termine y nos deje el regusto de «guau, qué maravilla, quiero volver a verla», sino que queremos más. Y eso a veces termina siendo un error. 

A los escritores se les acusa de meter «paja» en estos casos, y en el cine, la expresión que más oigo últimamente es «estirar el chicle a ver hasta donde llega». En el primer caso, puede darse en un libro ya pensado de antemano por el autor, o bien en continuaciones innecesarias. En el segundo, las conocidas precuelas y secuelas.

Quizá ahora mismo el referente más claro de esto último es Marvel. Ya se oye hablar de Iron Man 4, la trilogía de Los Vengadores – opino que con una película se habían quedado tan anchos, pero vaya -, Ant-Man… Sin contar los diversos spin-off de Lobezno (solo vi la primera) y las secuelas de X-Men (la última no me gustó casi nada)… Y es que llega un momento que tanto bombardeo de lo mismo cansa.

Señores, hay que echar imaginación al asunto. No podemos estar constantemente echando mano de lo que ya está hecho solo por el tintineo del vil metal… A no ser que estés realmente convencido de lo que vas a hacer, y lo hagas bien.

Y con esto me despido hasta dentro de un par de semanas  – espero -, repitiendo mi lema personal: «nunca dejéis de soñar con un mundo mejor».