Buenas noches a todos…
Siento no haber escrito el domingo pasado, pero me encontraba fuera de mi, llamémosla, «residencia habitual» y el internet era poco menos que algo ausente y etéreo fuera de mi alcance.
En fin, para empezar debo decir que estaba indecisa sobre qué publicar a pesar de estas pequeñas vacaciones de bloguera… Hay varias cosas sobre las que quiero hablar, pero sé que no debo mezclarlas en un mismo post ni publicar todo a la vez. Si no, ¿qué gracia tendría?
Añado también, como siempre, que esto es una humilde opinión y se puede debatir en los comentarios disponibles debajo del post. Cualquier apreciación fuera de tono no será considerada. Avisado queda.
Bien, entonces…Hoy la reflexión versa sobre un asunto que (como todos) me ronda la cabeza desde hace tiempo. Y es el de la presencia de la violencia, el amor y el sexo en la novela juvenil y las películas de animación. Ambos conjuntos de cosas están enfocadas a un público de entre 12 y 18 años, en general (también hay literatura infantil y películas de dibujos o animación enfocadas a esas edades, pero las dejamos a un lado porque es un campo más sensible).
Y es que, ¿cómo se puede entender la pasividad en muchos casos frente a la violencia de novelas como por ejemplo, «Los Juegos del Hambre» o «Divergente» y, sin embargo, haya quien se lleve las manos a la cabeza porque una escena de amor/sexo más explícita de lo normal aparezca en una novela catalogada para esas mismas edades, pero que a su vez no encaja del todo en lo que se conoce como «juvenil romántica»? Los adolescentes serán rebeldes y todo lo que la gente quiera, pero la mayoría empiezan a ver el mundo con otros ojos y quieren saber más.
Hace tiempo escuché decir que hoy en día se vendía un mundo azucarado a los más jóvenes. Y probablemente sea verdad… Pero solo en lo que parece convenirnos. ¿Queremos mostrarles que el mundo es cruel? ¿Que la gente muere? ¿Que es una lección de vida? Adelante. Pero dejemos igualmente de limitar los besos, los abrazos y los gestos cariñosos, así como de esconderlos detrás de una nuca convenientemente vuelta hacia el espectador. Porque el amar a los demás también es una lección de vida. Nos hemos acostumbrado a un mundo en el que las distancias y el espacio vital se han convertido en algo básico para la supervivencia, sin darnos cuenta de que cometemos un grave error.
Así que, concluyendo, solo diré que la naturalidad está en mostrar las cosas como son, puesto que, en muchos casos, es la mejor forma de asegurar el futuro de nuestra sociedad.
Estoy de acuerdo, no se debe censurar ni lo bueno ni lo malo. Conociendo todas las facetas de nuestra sociedad, podremos luchar para mejorar lo bueno e intentar vencer lo malo. Un saludo
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Estoy totalmente de acuerdo 🙂 gracias por tu aportación Alejandro 🙂 un saludo!
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