Buena tarde, amores. ¿Qué tal estamos, cómo va todo? Abril avanza y espero que hayáis tenido muy buenas vacaciones de Semana Santa. Por aquí estamos ya con las pilas cargadas y con ganas de traeros más reseñas de películas que están dando que hablar. Hoy, como novedad, sí venimos por fin con un estreno reciente que reconozco que nos ha decepcionado un poco en casa. ¿Queréis saber por qué? 🙂 ¡Más info en la entrada a continuación! ❤

Melin Lee acaba de cumplir trece años. Sin embargo, en su estricta comunidad, eso sólo significa que ahora más que nunca debe comportarse como la perfecta adulta que su madre espera que sea. Buenas notas, ayudar en casa a hacer las visitas del templo de los ancestros, dominar las artes, estar en la cama a su hora, hacer todos los deberes a la perfección e incluso cocinar como los ángeles. Nada puede ser imperfecto en la existencia de Mei-Mei… Al menos hasta que la maldición familiar femenina caiga sobre ella de la noche a la mañana, y no es precisamente la «peonía roja floreciente» lo que ha llegado de visita. Tras conocer el secreto familiar, será el turno de Mei-Mei de decidir qué quiere ser a partir de ese momento y qué pesa más para su futuro: ser perfecta para su madre… o ser una adolescente con todas las de la ley.
RESEÑA
Bueno, amores. Aquí estamos una semana más. Como sabéis, por regla general me encantan las películas de Pixar y sólo considero que han tenido algún que otro bache en los últimos años. Para bien o para mal, sí: esta película entra con todo el paquete en esta última categoría y en las próximas líneas os explicaré por qué.

Particularmente, me ha sorprendido para mal que incluso Pixar se haya apuntado a ese carro que sabéis que me «encanta» de las películas woke y defensoras acérrimas de la superioridad femenina sobre la masculina. No igualdad: superioridad flagrante e innecesaria.

La cuestión es que de nuevo parece que es una película donde los roles se han invertido y la madre es la que manda y el padre es un florero (por suerte, la madre al menos cocina de vez en cuando, que ser independiente y fuerte no implica no pisar la cocina… Espero que se lea la ironía del asunto). Aparte de eso, la madre es el ser estricto en casa y el padre es el que acaba diciéndole a Mei que crea en ella misma y no deje de ser como es. La madre es demasiado histérica, controladora y protectora.

Por experiencia sé que las cosas con gente así no suelen acabar tan bien por mucho que sean madre e hija, pero bueno… se puede vender como quieran. Así que, lo siento, señores: si queríais menospreciar al padre, habéis terminado convirtiéndolo en una de las claves de la solución al problema, incluso aunque luego convirtáis a mamá en una santa que «pobrecita, es que tenía un problema crónico de temperamento e inseguridad». Las cosas en la vida real, reitero, no funcionan así. OJALÁ.

Aparte del padre, el «objeto de deseo» terrenal -no entro en la boyband de moda porque con esos era lo que hacíamos todas en nuestra época- de las amigas de Mei parece también idiota de entrada, sólo con verle la cara y como responde cuando la madre de Mei-Mei lo asalta en la tienda (algo que debo decir, bravo por las narices de los guionistas de terminar perdonando semejante humillación madre-hija).

Aparte, por supuesto había que meter las cuñitas de la «sororidad» entre las cuatro amigas en el colegio y la notita de «en este templo se venera a los ancestros, y no solo a los hombres (dudes, en inglés original)«. Me refiero: ¿a nadie más le salta al ojo que esto parece todo una checklist para cumplir con la expectativa pública de lo que se espera que los niños aprendan en esta época que vivimos? ¿Qué necesidad hay de destacar la diferencia de género en una palabra que lo siento, es «NEUTRAL» para indicar hombres y mujeres? ¿Quién entiende que sólo se habla de «hombres»? Yo no, desde luego. Yo entiendo que se habla de ambos, sobre todo porque la señora que domina el panteón es eso, una MUJER. Pero vamos, habrá que mascarlo todo para el público norteamericano por alguna razón que no quiero comentar en voz alta…
Tras ver esta película, sin quererlo me da la impresión de que últimamente, aparte de la tendencia Disney de convertir TODO en una «reivindicación femenina empoderada en modo woke», a Pixar últimamente las películas que están ambientadas en el mundo real no les salen del todo bien. Ejemplos de ello son Soul y Luca, en contraste con Onward. También dirán que Toy Story 4 salió regulera, pero eso tiene un nombre: «ultra secuela» que ya no pinta nada, y con ganas (de nuevo) de empoderar al personaje femenino de Bo-Peep, siento decirlo. No me vale.

En general, diría que es una película bastante insulsa dentro de la «intensidad» emocional de la mayoría de los personajes principales. Las continuas e innecesarias menciones al feminismo y el empoderamiento femenino te arrancan constantemente de lo que es la trama en sí y hay algunas actitudes de personajes que no tienen coherencia entre unas escenas y otras. En definitiva, se ha intentado explicar algo metido con calzador y forzando una solución que es bonita para todos, sin realmente tener una base sólida. El final muy emocional, por supuesto, como siempre con Pixar, pero no diría que es una cinta que me haya llenado en exceso como historia.
Lo único que me ha dado cierta «morriña» ha sido lo de que se ambientara en 2002, cuando yo tenía casi la misma edad que Mei y sus amigas (que por cierto, a esa edad yo en el colegio era la «rara» y la «tabla de planchar» porque todas mis amigas tenían unos pechos de narices, cosa que en esta película no se cumple ni por asomo… ¿Será que en Toronto se parecían más a mí las niñas que al 90% de las escolares de la época? ¿O es por no sexualizar a niñas que luego se visten con orejitas y cola de panda rojo, además siendo una asiática…? En fin, que me lío…
Le pondría un 2.5/5 y esto es todo por mi parte de momento. Recordad seguir el blog a través de los botones de la derecha así como mis redes sociales 🙂 y ¡no olvidéis comentar si os ha gustado la entrada! ❤ ¡Os quiero!

Una respuesta a “Lunes de cine: Turning Red”