Buenas tardes una semana más, mis lectores. En esta ocasión me permito desviarme de mis habituales lecturas y el género predilecto de este blog, la novela, para dar el salto de nuevo y después de muchos años… a la poesía. Y lo hago de la mano de una grandísima compañera de la Asociación de Escritores de Madrid, de la que aprendo cada día que estoy con ella. Hablamos… de «Trébol», de Concha Porras.
Vamos a empezar la reseña con una pregunta no muy sencilla: ¿cómo resumir de qué va un libro de poesía? ¿Acaso tiene sinopsis? ¿Una trama de fondo? Pues sí, para vuestra sorpresa -o no- la tiene. Pero no encontraremos dicha explicación en la contraportada, ni será sencillo seguirla sobre todo para aquellos que se adentren en el género por primera vez.
Sin embargo, mientras leemos los poemas manuscritos de Concha, podemos encontrar fácilmente ese hilo conductor. Un amor inmenso a la vida, un empujón al lector para que siga soñando, viviendo, aprendiendo y fortaleciendo su espíritu y sus ideales.
Trébol es un poemario cargado de sentimientos y energía positiva, de nostalgia hacia seres perdidos que marcaron la vida de la autora y de amor hacia aquellos descendientes que ahora llenan su vida de amor, como su nieta Ariadna. Además, el toque personal que le da ser, como quien dice, una «primera y única versión a mano» donde las únicas correcciones son algunas tachaduras o pequeños borrones de arrepentimiento a última hora, convierte la experiencia de leer Trébol en algo mucho más íntimo si cabe hablando de poesía, donde ya de por sí la lectura siempre es un acto de intimidad e inmersión en el mundo del sentir, de la metáfora y de la expresión figurada.
Cierto es que, quien haya escuchado declamar a Concha sus poemas alguna vez, casi escuchará su voz en la cabeza a medida que los lee, o intentará adaptar el ritmo de la lectura a sus pausas, sus comas, sus respiraciones. Igualmente, es cierto que si no se está acostumbrado a la poesía y aun siendo un poemario muy apto para novatos por su sencillez de expresión y su poco encorsetamiento métrico, la incursión puede resultar un poco desconcertante en las primeras páginas.
Además y para rematar la faena, son 97 páginas… ¿De verdad que no os animáis a darle una oportunidad? Yo, por mi parte, le doy un 4,5/5 😀 ¿Nos vemos en la próxima aventura literaria?

Leyendo cada noche uno, dos o cinco retales me está encantando. Y prácticamente nunca he leído poesía. muy bien. Gracias.
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