Domingo de juegos: Mordhau

¡Buena tarde, mis ratones!

Espero que estéis bien y que el verano —o sus ganas— os vaya alcanzando poco a poco.

Antes de lanzarme de lleno a las prometidas vacaciones, os traigo una pequeña reseña de un juego tan sencillo como traicionero. Porque no, Mordhau no es para estómagos sensibles… ni para impacientes.

Aquí hacen falta reflejos, estrategia y, sobre todo, buen humor. Porque cuando las hordas te rodean, el caos reina, y hasta tus compañeros pueden mandarte al otro barrio —ya sea por error… o por pura maldad—, las opciones se reducen a dos: reír o morir.

¿Vosotros qué haríais? 😏 ¡Comenzamos!

SINOPSIS

El mundo ahí fuera es peligroso. Cuando vives en una era en la que todavía la filosofía es «matar o morir», por ti o por el señor feudal de turno, no queda más remedio que empuñar un arma y lanzarse al campo de batalla. Sin embargo, habrá muchos que no pensarán de forma tan honorable, o serán más egoístas y sólo pensarán en sí mismos. De ti y de tus compañer@s depende salir vivo de cada batalla en este campo donde cada horda será más difícil… Pero el esfuerzo final merecerá la pena seguro. ¡A las armas!

RESEÑA

⭐⭐⭐ (3/5)

Pues a ver, mis ratones. En honor a la verdad: Mordhau no es el juego más complejo que os vais a echar a la cara… o a las teclas, en este caso. Pero precisamente por eso —y por cómo llegó a nosotros— la experiencia fue, cuanto menos, curiosa.

A) Era uno de esos clásicos juegos que Epic Games regala semanalmente.

B) En el primer intento, no sabíamos ni cómo salir del menú de creación de personaje.

C) Y no teníamos ni idea de a qué narices se suponía que jugábamos.

Una vez superados los puntos B y C, eso sí, la diversión (y la frustración, también) estaban más o menos garantizadas.

Yo, que sigo sin considerarme especialmente hábil en juegos de hordas cuerpo a cuerpo —ni en los que requieren mucha maniobra y reflejo en mil direcciones—, encontré en Mordhau un título relativamente asequible y bastante agradecido. La mecánica, una vez interiorizada, es sencilla: empiezas con poco, y ronda a ronda vas ganando dinero que puedes invertir en armas, escudos y armaduras mejores. ¿El objetivo? El clásico de todo dungeon defender: sobrevivir el mayor número de rondas posible, normalmente en línea y con gente que no conoces de nada.

Hay distintos modos de juego y escenarios, aunque la mayoría se resumen en «jugador contra IA» o «jugador con otros jugadores». En el primero, haces frente a hordas enemigas; en el segundo, caes en mitad de un caos de espadazos, donde más de uno te mata solo por hacer la gracia. Así es la comunidad online, qué le vamos a hacer.

En nuestro caso, aunque el modo horda puede llegar a ser algo repetitivo, se volvió cómodo, casi terapéutico. De esos juegos ideales para una tarde-noche sin muchas pretensiones: entras, juegas, te echas unas risas y desconectas del mundo real durante un rato.

¿Cosas mejorables? Sí, unas cuantas. Por ejemplo, todavía no sé cómo hacer que la ropa que le pongo a mi personaje en el menú de creación realmente se vea en partida. Y sí, soy una chica y me gusta trastear con la personalización —y otros juegos han sido más satisfactorios en ese aspecto—.

Además, los escenarios, aunque todos ambientados en la Edad Media (algunos con toques más fantásticos tipo gigantes y demás), tienen sus diferencias, pero se quedan un poco cortos en variedad si lo tuyo es jugar mucho rato seguido. Aun así, todos tienen su pequeña curva de aprendizaje y su dosis justa de entretenimiento.

En resumen: Mordhau no es un juego para buscarle una narrativa profunda ni una experiencia revolucionaria. Pero si queréis apagar el cerebro y soltar espadazos en buena compañía, cumple su función con creces.

Y esto es todo por mi parte de momento.

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