¡Hola, hola, mis brujines! Sí, como veis, llevo una temporada con libros cortitos o de rápida lectura, lo que permite que tengáis reseña en este mi blog todas las semanas 🙂
En este caso, dado que últimamente mi vida ha estado plagada de altibajos y no hacía más que encontrar libros con finales o tramas amargas (algo que cambió en cuanto tomé a Pratchett entre mis manos, lo admito, como pudisteis comprobar la semana pasada) opté por volver la vista hacia mi querido ebook (sí, aunque mucha gente los critique, para mí es algo más que una herramienta de lectura y, tanto por comodidad como para corregir mis manuscritos, me resulta fundamental) y repasé la lista de pendientes que tenía en formato electrónico. Y uno de los primeros de la lista… era este.
En “Un café con sal”, la conocida autora de erótica Megan Maxwell nos trae la historia de amor apasionado entre Lizzy, joven camarera de hotel, y William, el dueño del mismo. Al principio, su relación será áspera y distante; al menos, hasta que Lizzy le salve la vida y, de repente, William parezca reparar por primera vez, y de forma real, en ella.
Como la mayoría sabéis, y ya lo he comentado en otras entradas como “50 sombras de Grey” o “Tentaciones”, la erótica no es uno de los géneros predilectos de mi biblioteca por una sencilla razón: la clonación. Esto es, ¿cómo es posible que todas las historias, tengan diez, ochenta o trescientas páginas, se parezcan tantísimo procediendo de diferentes autoras de distintos puntos del mundo? En esto es cierto que E.L. James marcó un precedente (que no quiero calificar para no herir sensibilidades), creando un fanfic de Crepúsculo en la piel de Christian Grey y Anastasia Steele.
También he oído decir que la forma de escribir erótica debe ser así para adaptarse a las lectoras, que prefieren un estilo rápido, ameno y sin demasiada complejidad ni de trama ni de lenguaje. Y, lo siento por autoras y lectoras, pero no me parece bien. En mi caso, consideraría que atenta contra mi ética como escritora (y eso que me siento incapaz de escribir erótica pura, que conste) y contra cualquier principio de calidad literaria. En este libro, aunque es de los que he notado más desarrollados en algunos párrafos con respecto a algunos de sus “hermanitos” de género, abunda la repetición de frases hechas, verbos y adjetivos (los cuales, debo señalar, tienen unos cuantos sinónimos en nuestra querida RAE y, con todo, sería un detalle que se utilizaran; al menos para no marginarlos de forma tan violenta).
ALERTA VOCABULARIO EXPLÍCITO
En la parte “contundente” y sexual de la novela, como en todas, es entretenida pero sin más. Además, retoman trucos básicos como el de la corbata o hacerlo contra la librería. También es verdad que es de las primeras novelas que leo de erótica en la que he visto una escena con sexo anal, cosa que me ha sorprendido. Quizá, si sigo leyendo novela del género, me encuentre alguna otra, pero hasta ahora en otros títulos solo había leído alusiones, no escenas como tal.
Así, creo que voy a ponerle un 2.5 sobre 5, como de costumbre, y espero poder subir la nota de alguna novela del género que realmente me sorprenda.
¡Hasta la próxima!