Reseña nº 105 – El imperio final (Nacidos de la bruma #1), Brandon Sanderson

¡Hola a tod@s, brujis! Tras muchos meses de espera, aquí os puedo traer por fin una de las reseñas estrella del año. Y sí, es que el libro me ha costado leerlo lo suyo y no porque no me estuviera gustando, precisamente… 😉

El Imperio Final lleva un milenio bajo el gobierno, inamovible, del Lord Legislador; una criatura inmortal y omnipotente que, según dice la tradición, obtuvo el poder a cambio de librar al mundo de La Profundidad, el mal más devastador conocido jamás. Sin embargo, el Lord Legislador ha resultado ser un dios déspota y discriminatorio, separando siempre a la nobleza de aquellos que la sirven, criaturas consideradas poco menos que animales: los skaa. A lo largo de los siglos, las tentativas de rebelión por parte de los skaa han sido sofocadas con insultante y sangrienta facilidad. Nadie se opone a Dios. Nadie se opone al Lord. Solo se vive y muere en la suerte que hayas tenido al nacer, nobleza o pueblo llano. Pero, entonces, ¿por qué Kelsier, el superviviente de Hatshin, está tan convencido de que hay una oportunidad de derrocar al Lord Legislador? ¿Acaso será la clave ese misterioso Onceavo Metal? ¿O, quizá, hay otra posibilidad?

RESEÑA

¡Por fin! ¡Por fiiin! Siete meses, os lo juro. Siete meses he tardado en terminarme el

maldito libro. ¿Por qué? Pues, confieso -sobre todo para futuras generaciones que lean esto-: el confinamiento tras la primera ola del COVID-19 ha sido, sin duda, una crisis lectora de las peores que recuerdo (aparte de escritora y psicológica, también; pero eso es otra cuestión). La cosa es que, por alguna razón, hasta que no he tenido realmente tiempo para salir a respirar aire fresco y viajar un poco a otros parajes, no he tenido tiempo ni ganas reales de seguir leyendo. Y, lo que os digo: la historia, como suele ser el caso de Sanderson, no me ha defraudado en ninguna coma.

Sí que es cierto que, al inicio de la novela, sobre todo la primera parte donde te explican todo el plan de Kelsier para derrocar al Imperio Final, entre unas cosas y otras se pudo hacer un pelín pesada. Es decir, la sensación general era de: «pero, ¡si no está pasando nada, en realidad!». Sin embargo, la curiosidad podrá con los buenos lectores y, a partir de la «segunda parte» de la novela, os aseguro que querréis seguir, seguir y seguir hasta el final.

Como toda novela de Sanderson, ya lo aviso: no creáis que sabéis lo que el autor piensa. No lo conseguiréis. Yo me acerqué un pelín a lo que podía ser el misterio del desenlace, pero me siguió sorprendiendo como ya ha hecho en el pasado. Sanderson crea en «Hijos de la Bruma», además, un sistema de magia particular, bien medido y con líneas de origen muy claras: no tienes sangre noble, no puedes usarlo. Así de simple.

Claro que, como en todas partes y más considerando que aquí tenemos un sistema de gobierno casi medieval-renacentista, la «fidelidad» de algunos altos cargos y nobles está sobrevalorada (aunque también castigada duramente por el Lord). Con lo cual, a lo largo de los siglos nos terminamos encontrando mestizos de mayor o menor pureza entre los skaa de a pie.

Este sistema mágico, conocido como «alomancia», se basa en «quemar metales» en el estómago para poder usar su poder. Pero, claro: solo debes usar mezclas puras y de confianza, o te pondrás enfermo. Y yo diciendo: y las toxicidades de metales en sangre, ¿qué? 😛 Cosas mías, pero me hizo gracia pensar qué podría pasar si eso fuera un efecto secundario de usar metales alománticos…

Fuera de bromas, también me resulta muy interesante que dejen abierta la puerta para hablar, en futuras entregas, de otros metales -conocidos o nuevos- que puedan tener propiedades alománticas. Aquí solo se conocen diez (once, contando quizá el de Kelsier, pero también te dicen que quizá se lo emparejó mal en su día y hay algún vacío que nadie conoce de momento en la tabla de alomancia), pero, ¿cuántos metales podrían tener potencial? Estoy deseando saberlo.

En cuanto a personajes, confieso que uno de mis favoritos de momento es Elend Venture. Con eso de que es un «noble diferente» -quizá demasiado evidente y poco dual desde el principio, me ha decepcionado casi que no tenga apenas dudas ni ponga a Vin en más apuros- y que, además, le encante leer, me atrajo casi enseguida. Por otra parte, hablando de Vin, me falta encontrarle el punto. Me parece demasiado «a mi aire», irresponsable a pesar de todo. Diréis: «tiene dieciséis años». Sí. Pero también ha crecido en la calle. Para algunas cosas no sé por qué la suponía más espabilada y más responsable. Pero, en fin, veremos a ver cómo avanza la cosa 🙂

Para concluir, decir que yo en realidad me lo leí en inglés y, siendo francos, no me pareció muy difícil en cuanto a nivel. Sí, como siempre habrá alguna palabra que no sabremos el significado exacto, pero se saca por contexto, ya os lo digo. Así, confieso, también me he quitado la espinita de decepción que se me quedó con «Firefight». Pero, claro: esta última era fantasía, urbana y juvenil, en primera persona. Nacidos de la Bruma, eso sí lo advierto, es fantasía más bien tirando a oscura y tiene cosas, sobre todo a nivel violencia, no apta para ciertas edades.

Le pondría un 4.5/5 como nota final y, aparte, quedo a la espera de saber más sobre ese guión potencial que está adaptando el propio Sanderson para hacer una serie de Nacidos de la Bruma. ¿Sabíais que Ham y Breeze, en vez de hombres, van a ser mujeres en la misma? 🙂 Será curioso ver cómo los modela el autor en su nuevo género…

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