¡Hola a tod@s! ¿Cómo va todo? Al final, como ya visteis en la última reseña, he decidido retornar la literatura a los miércoles de la semana, puesto que creo que el calendario nuevo me está aportando las mismas visitas que antes sea como sea 🙂 Así que, los domingos se quedan para el inglés y, ¡los miércoles de lecturas retornan!
La polio. Los años sesenta. Una plaga que se llevó por delante los sueños de miles de millones de niños en todo el mundo y que, como muchas otras cosas, el Régimen se encargó de tapar o de restarle importancia. Pablo, a sus diez años, es uno de entre todos esos niños que, cuando tiene que entrar al sanatorio de la Malvarrosa -por consejo médico de Don Álvaro, el director de la institución que había estado evaluando su estado durante los últimos meses-, se le cae el mundo encima. ¿Qué hará ahora en ese lugar desconocido, donde no sabe quién es quién? ¿Por qué sus padres lo alejan de ellos y de sus hermanos? ¿Es que ya no lo quieren? ¿Lo han dado por perdido? Nada más lejos de la realidad. En el sanatorio, Pablo descubrirá una nueva forma de vivir, de llorar, de querer y de sufrir, algo que lo convertirá, sin darse cuenta, en un futuro adulto responsable y consciente de su enfermedad de cara al futuro.
Basado en la propia historia del autor.

RESEÑA
Lo sabéis. Lo sabemos. Esta no es mi lectura típica. Lo sé; y supongo que os habrá chocado encontraros una reseña tan poco «de mi estilo» en esta semana. Pero empecemos desde el principio: «Sueños de escayola» es de esos libros que me llegaron hace años al correo, buscando quizá un intercambio o solo aceptando por buena fe lo que un compañero me ofrecía (allá por mis años novatos). El caso es que, cuando por fin pude hincarle el diente a esta novela, lo primero que me chocó fue la temática. ¿Cómo había llegado un libro de la polio en el Franquismo a mis
manos? Quizá, fallo mío, o no, no había mirado antes de qué trataba la novela.
Sin embargo, cuál no fue mi sorpresa cuando, página a página, me fui adentrando en la historia de Pablo/José Vicente y me cautivó, palabra a palabra, escena a escena. No es una novela fácil, vamos a decir; menos aún por la temática que trata. Pero una cosa que me ha encantado es la forma que tiene de tratarlo desde la vista de Pablo y sus amigos. Una lupa infantil que, sin quererlo, dota a todo lo narrado de un aire de dulzura, inocencia y amor infinito que hace que quieras seguir leyendo. Aparte, el estilo está bastante cuidado, no hay faltas de ortografía ni muchas erratas -y mirad que yo en eso me suelo fijar- la evolución de la historia es

fluida y el año narrado se te pasa en un suspiro. La longitud de la novela, ni tocho ni fino, intermedio 🙂 apto para temerosos.
Sin duda, una cosa que no podéis dejar de leer son los agradecimientos al final del libro, donde José Vicente explica sucintamente su propia experiencia y cómo se animo a narrar su experiencia infantil en el sanatorio de la Malvarrosa. Sí que te avisan desde el principio de que todos los nombres son ficticios, pero desde luego conmueve leer de primera mano lo que sufrieron todos aquellos críos afectados por la polio, donde solo gente como «Don Álvaro» parecían dispuestos a «ayudar» como estuviera en sus manos (teniendo en cuenta la tecnología de la época, que era más bien precaria aquí en España).
–SPOILER: una de las peores escenas para mí fue tras la operación de uno de los amigos de Pablo, donde te muestran por fin que la famosa cirugía para «curar» la polio es partir huesos e ir alargando las piernas mediante tuercas. No era la primera vez que la oía, pero ese pasaje es duro de leer. Ya aviso-

Por todo esto, si os gustan este tipo de historias basadas en hechos reales, ambientadas en la España del Franquismo pero con un toque de inocencia y buen corazón, esta es una novela para vosotros.
Le pongo un 4.5/5 y os espero en la próxima. ¡No esperéis dar Me Gusta, Compartir y Comentar! ❤
Me alegro de que te haya gustado igual le doy una oportunidad 😉
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😊 Te animo a ello, seguro que te gustará y te emocionará tanto como a mí 😍!!
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