¡Buenos días, brujines! ¿Qué tal va la semana?
Hoy vengo a traeros una entrada que, confieso, esperaba no tener que escribir. De hecho sabéis que, a las series que veo hasta su último capítulo (tanto las completas como las finalmente canceladas), les dedico siempre un huequito en el blog. Pero en este caso he decidido hacer eso mismo con una serie que, al menos de momento (y mucho tendrían que cambiar las cosas) no voy a seguir viendo. Y aquí os voy a explicar el por qué.
Once Upon a Time – Erase una Vez (IMDB)
“Once Upon a Time” (“Erase una vez” en España) es una serie americana de la cadena ABC de televisión que comenzó su andadura allá por el año 2011. En su primera temporada, Emma Swan, una detective privada que vive en Boston, recibe de sorpresa la visita de Henry Mills, un niño que afirma ser su hijo biológico y que solicita su ayuda para acudir al rescate de los personajes de los cuentos, atrapados en el mundo real dentro del pueblo de Storybrooke (Maine). Inicialmente, por supuesto, Emma no le cree. Pero Henry consigue convencerla al menos para que acuda al pueblo y vea las cosas por ella misma. Allí, la apariencia es la de una villa como otra cualquiera del siglo XXI… pero con una peculiaridad: el reloj de la torre siempre está detenido.
Con ayuda de Henry y tratando de evitar las trampas que la malvada alcaldesa y madre adoptiva de Henry, Regina Mills, pondrá en su camino, Emma tratará de recuperar las memorias de los habitantes de Storybrooke. Los cuales, en efecto, son personajes de cuento hechizados por la Reina Malvada, Regina, que los sacó a la fuerza de su reino, el Bosque Encantado, para después tenerlos sumidos en un estado mágico atemporal de 28 años donde nadie envejecía ni sentía pasar el tiempo.
La idea, desde luego, era muy original. Especialmente durante la primera temporada, cada capítulo te hacía contener el aliento para comprobar si Emma por fin conseguía liberar a Storybrooke de su maldición. Y claro, tras el éxito, llegó la segunda temporada; esta sí, algo más flojita en cuanto a argumento. A mí reconozco que se me hizo un poco lenta aunque el final de la misma, abierto a una tercera temporada, me gustó bastante y me dejó con la intriga. Bueno, y qué decir de la aparición del capitán Garfio. O al menos, de una versión menos engolada y más gamberra que la que todos recordábamos de nuestra infancia en las películas Disney.
Garfio al inicio era un villano casi como cualquier otro, a las órdenes de otros más grandes pero sin escrúpulo alguno; sin embargo, a medida que pasaba la tercera temporada (ambientada a medias entre Nunca Jamás y a medias en Storybrooke, perseguidos los protagonistas por las malas artes de la Malvada Bruja del Oeste, procedente del mundo mágico de Oz –El mago de Oz, todos conocemos ese cuento igualmente–) le ibas cogiendo cariño e ibas formando más parte de la historia y de las tramas individuales de los protagonistas.
Sin embargo, para mi gusto y a pesar de que en la cuarta temporada la situación empezó introduciendo a los personajes de Frozen –soy fan de Elsa absoluta, por cierto–, hay que decir que esa introducción tan claramente Disney ha sido lo que, a mi entender, ha supuesto la ruina de la serie. Si bien es cierto que al inicio temía que a Elsa la convirtiesen en una villana (ya lo habían hecho con Peter Pan), me agradó que no lo hiciesen y que, además, recuperaran otro personaje de los cuentos para ser la antagonista: la Reina de las Nieves. Ahí es cierto que, hasta ese momento, la serie había utilizado en todo momento criaturas de los hermanos Grimm, Perrault, Andersen y quizá algo de cultura oriental cuando introdujeron a Mulan; la cual, por cierto, no se parece nada a la de Disney desde que apareció en la segunda temporada: Li Shang no existe y, de hecho, está enamorada de Aurora, la princesa de “La Bella Durmiente” y su protegida. Eso sí, es una mujer guerrera con todas las de la ley. Por tanto, el equilibrio se mantenía bastante bien.
Anna (Elizabeth Lail) y Elsa (Georgina Haig)
Mulan (Jamie Chung) y Aurora (Sarah Bolger)
Pero cuando llegó el final de mitad de temporada, una fórmula que ya habían utilizado en la tercera y que reconozco que daba más agilidad a la serie que una temporada completa con una sola trama y un solo villano, la influencia Disney se hizo más patente que nunca. Si bien a Cruella se le atribuyeron poderes que en “101 dálmatas” no poseía y Úrsula no resultó ser tan bruja como parecía, lo que realmente me dejó con la boca abierta es que colocasen (resurrección mediante, puesto que había muerto en la primera temporada) un calco de Angelina Jolie en “Maléfica” como el citado personaje, tocado y traje incluidos. Sin embargo, vi la temporada y no me disgustó del todo, sobre todo la historia de Maléfica con Lily, su hija perdida y portadora de la oscuridad por culpa de Blancanieves y el príncipe.
Maléfica (Kristin Bauer), Cruella de Vil (Victoria Smurfit) y Úrsula (Merrin Dungey).
Así, pasando año tras año, llegamos a la temporada a mi entender del desastre: la primera mitad de temporada, Emma Swan se ha convertido en el ser oscuro y, tras viajar a Camelot junto a su familia y sus amigos para tratar de solucionarlo, de repente se encuentran todos de vuelta en Storybrooke sin recordar absolutamente nada, pero con Emma con su lado oscuro dominándola por completo. Cierto que con el asunto de la memoria se mantiene la intriga de qué ha podido suceder, pero las tramas de culebrón que se anticipaban en anteriores temporadas empiezan a hacerse patentes del todo.
Sumado a eso, es cuando empiezan a tocar tramas que para mí son canon a la hora de escribir y de tener literatura de culto, como es por ejemplo la presencia de Morgana Le Fay, hermana del Rey Arturo, en las leyendas artúricas. Para mí, Morgana siempre ha sido ese contrapeso a la hombría de la Edad Media y a la “flojera” casta y pura de Ginebra; una mujer que, como otras menos reconocidas, se hace fuerte con su inteligencia y sus poderes frente a un mundo puramente varonil. Sin embargo, ahí pasé por el aro: podía no ser imprescindible en la trama.
Lo que sí me dejó algo fría al final de la mitad de temporada fue, a pesar de ser una introducción Disney muy clara (la primera de Pixar, eso sí), la ausencia repentina de Merida, que había llegado también a Storybrooke junto a Arturo y sus caballeros; a los cuales tampoco se vuelve a ver el plumero tras varias situaciones ocurridas entre los protagonistas y ellos.
Y así, queridos lectores, llegamos al momento en que Kitsis y Horowitz tocaron mi punto débil, tanto a nivel de Disney como de literatura de culto fantástica y mitológica: sí, señores míos. Estoy hablando de Hades.
Como todos sabemos, en la película de Disney, Hades es el villano malo malísimo que trata de eliminar a Hércules por todos los medios, puesto que las parcas han pronosticado que él supondrá el final de todos sus planes de grandeza. Más tarde, en la serie se añadió el hecho de que era su sobrino, algo que ocurre en la mitología griega. Y hablando de esto, hay que decir que Disney suavizó mucho, no: un porrón del tamaño del Monte Olimpo, la historia en cuestión. Puesto que Hera no era la madre de Hércules, sino Alcmena, con la que Zeus la había engañado. Hera, celosa, volvió a loco a Hércules y provocó así que matara a Megara y a sus hijos. En redención por ello, Hércules (o Heracles, como se prefiera) realizó los doce trabajos, algunos de los cuales salen o se mencionan en la película Disney como es vencer a la hidra, conseguir el cinturón de las amazonas o resolver el asunto de los establos del rey Augías. ¿Hades tiene algo que ver en ello? No. Hades es el hermano mayor de los hijos de Cronos y Rhea, lucha en la Titanomaquia contra su padre y posteriormente, al repartirse el mundo con Zeus y Poseidón, acaba gobernando el Inframundo con una norma base: ningún alma sale de allí una vez está difunta.
Yo reconozco que, cuando primero intuí, y luego supe a ciencia cierta que iba a salir Hades en OUAT, inicialmente me hizo ilusión. Pero luego me puse a pensar y mi ánimo se enfrió: primero, la versión iba a ser Disney, es decir, malo malísimo. Y yo lo siento pero con ese carisma y ese gracejo que tiene, al personaje le tengo de siempre un cariño especial. De hecho he podido seguir disfrutando de sus andanzas en ese formato en dos fanfics (primero y segundo de la misma historia) en los que, sin abandonar la adaptación de dibujos animados, se retoman asuntos del mito de Hades y Perséfone. De uno de ellos ya tengo la reseña hecha y os dejo el enlace (Reseña de un fanfic – Hades y Perséfone: una historia diferente).
Y esto me lleva a la segunda parte de mi decepción: para mí, Hades siempre ha sido mi dios predilecto de entre los dioses griegos, sobre todo por su mitología. Y cual no fue mi sorpresa MAYÚSCULA al ver el primer capítulo de OUAT en el que salía y comprobar dos cosas: primero, que habían convertido el Inframundo en apenas un purgatorio donde estaban exclusivamente las almas de los que tenían cuentas pendientes. Y segundo, que su jurisdicción se limitaba a ese territorio, sin considerar el “cielo” (o lo que serían los campos elíseos clásicos) o el “infierno” (el tártaro). Aparte de todo, han transformado Hades en un villano que se parece lo justo a su predecesor en Disney tanto en físico (las llamas de la cabeza aparecen de vez en cuando, si le da la ventolera) como en carácter pero que además de lo único que se preocupa es de que las almas no dejen de tener cuentas pendientes.
Así que bueno, dado que esto último fue la guinda del pastel y que como diría un buen amigo “le tienes tan endiosado –valga la redundancia– que ningún Hades te va a convencer”, probablemente deje aparcada esta serie a la que, por otro lado, tampoco veo un camino para un desenlace claro, ni un objetivo global para los protagonistas.
Nos vemos en la próxima, brujines, y que la magia os acompañe siempre 🙂
3 respuestas a “Series que se quedan en el camino: Once Upon a Time.”