¡Hola de nuevo, lectoras y lectores del globo terráqueo! ¿Cómo va todo? ¿Qué tal la Semana Santa? Espero que hayáis recuperado fuerzas, nosotros lo hemos hecho J
Winter es la hijastra de la malvada reina Levana de Luna. A pesar de haber sido obligada a automutilarse cuando era pequeña, la joven princesa sigue despertando pasiones allá donde va del pequeño satélite, a salvo bajo los domos de cristal que permiten un ambiente respirable y con una gravedad adecuada. Pero la única persona que Winter quiere que se fije en ella no puede hacerlo por culpa de su diferencia social. ¿Habrá algún día en que su amor pueda hacerse realidad?
Por otro lado, tras el secuestro del Emperador Kaito en Nueva Beijing, Linh Cinder sigue tratando de encontrar la manera de alcanzar Luna y derrocar a su tirana tía. Acompañada por Lobo, Cress, Thorne, Iko y con el apoyo de Kai, la joven ciborg deberá tratar de reclamar sus derechos reales en Luna con la menor cantidad de bajas posibles, sobre todo entre su gente más querida…
RESEÑA
Crónicas Lunares, desde que me empecé a leer «Cinder», me ha parecido uno de los retelling de cuentos clásicos más bien llevados y originales de los últimos tiempos; con permiso, eso sí, de Frau Cornelia Funke y su “Reckless” que por supuesto están en mi top 1 de esta categoría.
Los primeros tres tomos se centraban cada uno en un personaje concreto, introduciendo los demás de una manera algo más secundaria y considerando que la trama de Linh Cinder siempre era el escaparate de fondo. De hecho, a la propia Winter te la introducen hacia la segunda mitad de “Cress”, adelantándote que será el próximo personaje en contar con una novela propia.

Y aunque sí es cierto que en este último tomo te explican más sobre Winter, su locura debida a la negación a usar su don lunar y su relación con Levana y con Jacin Clay, siendo incluso su trama algo predecible –retelling de Blancanieves–, incluso esa historia se termina diluyendo en el ir y venir de todos los demás personajes.
Me explico: es como si Marissa Meyer de repente hubiera colocado a todas sus figuritas en el campo de batalla, listas para enfrentarse a Levana todos juntos… Y no tuviera nada claro el cómo hacerlo. Las escenas y los capítulos empiezan a pasar y a saltar de unos personajes a otros, en un intento de que parezca una estrategia coordinada pero que termina haciendo aguas y diluyendo el mensaje cada dos por tres.
La idea, insisto, estaba bien. No sería lo que Cinder tenía en mente al inicio del libro, ni de lejos, pero lo que la autora pretendía hacer no estaba tan mal. Ahora bien, se le debieron rebelar los personajes y empezaron a chillar que “querían más explicación de lo que tenían que hacer”, con lo que Ms Meyer entró en crisis.
Sí, eso pasa a veces.
La cosa es que para el momento en el que quieres sentir que la trama avanza algo, que la tensión vuelve, te empiezas a encontrar una mezcolanza esperpéntica, y con agujeros de guión del tamaño de cráteres lunares, entre “Divergente” y “Los Juegos del Hambre”, con una protagonista que de repente es una líder rebelde que te mueres y que es capaz hasta de torturar y matar sin remordimientos al que se le ponga por delante (al menos, hasta que llega el momento clave, menuuuuda sorpresa…)
En este momento me acordé de un comentario de una compañera en redes sociales hablando de la Segunda Guerra Mundial y comparando lo que se narra en libros de historia sobre esa época con la literatura juvenil distópica de ahora; diciendo que a la adolescente que fue, los romances pastelosos actuales rodeados de sangre y violencia le darían arcadas. En este caso, para mi gran dolor, no puedo otra cosa que darle la razón.
Si pretendían que el romance salvaguardara un poco la esperanza, la tensión, el momento… No sé, ese deseo real de que ningún personaje muriera, los sucesivos tropiezos de la autora a lo largo de la novela sumado a una excesiva longitud (más de 800 páginas) hacen que acabes dando por perdidos hasta a Kai y Cinder (que menuda conversación final, para tirarlos a los dos por el balconcito del palacio de Artemisia… Madre mía).
Al analizar esta novela, la conclusión es bastante agridulce, en suma. Es como si, después de tres novelas que calificaría de casi perfectas, de repente la autora no supiera que hacer con tanto personaje junto ni cómo llevarlo con sentimiento y pasión literaria reales, no como si fuera solo un posible éxito palomitero americano como muchos de sus predecesores (ya mencionados).
¿Soy yo o eso les está pasando a todos los escritores que adquieren cierto éxito: J.K. Rowling en el séptimo de HP, Stephenie Meyer con Amanecer, Christopher Paolini con Legado? La única que diría que se salva es Verónica Roth con Divergente, que a mi modo de ver cerró la trilogía de una forma dolorosa pero adecuada…
Así, creo que la mejor nota que puedo darle a este tomo es un 3/5, considerándola una valoración quizá subjetiva desde algún punto de vista, pero intentando que sea objetiva en la mayor medida posible.
¡Espero vuestros comentarios! ¡Abrazos y besos!