autor · baile · erótica · Fanfic · FanficThursday · Inglés · new adult / young adult · paula de vera · romántica · Saga

#FanficThursday: Step Up (Capítulo 29)

The Only One – Camille&Moose (Step Up Fanfic)

Capítulo 29 – Baila conmigo (Los Ángeles)

Sean descuelga el teléfono al cuarto tono y su voz al responder parece sorprendentemente despierta… si consideramos que es casi la una de la madrugada. El corazón se me acelera al pensar que quizá han ganado, que es posible que lo estén celebrando, y se me retuerce el estómago en un nudo muy raro cuando empiezo a prever las posibles consecuencias.

-¡Hola, tío! -lo saludo, procurando parecer tranquilo-. ¿Cómo ha ido?

-Moose… -responde Sean con evidente pasmo. Claro, después de todo lo sucedido no esperaría que lo llamase. Sin embargo, tiene un timbre… raro-. Pues, bueno… -ahí está el nudo otra vez. ¿Qué le pasa a Sean? ¿Qué ha pasado realmente en The Vortex? Sin embargo, un segundo después mi amigo me saca de dudas-. Sí, hemos ganado a The Mob.

¿Es tristeza lo que escucho al otro lado del auricular o me lo estoy imaginando? Como Camille suponía, esto le ha afectado. Pero yo solo sé que lo dejaron tirado en Los Ángeles y que tuvo que recurrir a mí.

-Bueno, tío. Me alegro por ti -lo felicito, arrinconando los malos pensamientos todo lo que puedo. Cam, desde mi costado, me hace señas para indicar que ella siente lo mismo-. Ah, y… Camille también se alegra.

No sé si después de mi desbandada para recuperar a mi novia es conveniente mencionarla, pero a Sean no parece preocuparle.

-Gracias -responde al otro lado del auricular, antes de hacer una pausa y comentar-. Pero, de todas formas, eso ya no importa mucho…

Como si me hubiesen clavado una lanza en el trasero, me incorporo a toda velocidad. Algo no me cuadra y estoy dispuesto a averiguar qué es.

-Eh, eh, ¿cómo que ya no importa? -pregunto, sin dar crédito a lo que acabo de oír-. Vamos, macho: sois LMNTRIX y solo os queda ganar a… -de repente, me doy cuenta de que no sé quién ha ganado la otra batalla de la semifinal-. Por cierto, ¿qué grupo ha quedado finalista? -pregunto, sintiéndome idiota.

Pero, sin saber por qué, como una intuición fatal, un escalofrío recorre mi espalda cuando Sean responde:

-The Grim Knights.

Me quedo un momento en silencio y recuerdo al pardillo de la gorra que entrevistaron frente al Caesar’s Palace antes que a nosotros. Al grupo vestido con chalecos de cuadros en la ronda eliminatoria. No son tan buenos como nosotros, estoy convencido de ello.

-Vamos, macho. No es ni de lejos el mejor grupo del campeonato -intento animarlo, aunque su silencio al otro lado de la línea me preocupa más de lo que quiero admitir.

-Ya no es cuestión de ser mejores o peores -replica entonces Sean con voz cansada-. Se trata de algo mucho peor.

-¿De qué estás hablando?

Se hace una pausa dramática al otro lado del teléfono, que solo consigue aumentar mi nerviosismo a dimensiones estratosféricas, antes de que Sean conteste:

-El concurso está amañado.

De repente, es como si se me hubiese olvidado respirar. El mundo me da vueltas y tengo que tumbarme de nuevo. Camille se acerca enseguida a mí con gesto inquieto. Y yo, a la vez que intento tranquilizarla con una caricia de mi mano libre, sigo tratando de procesar lo que Sean me ha dicho.

-¿Amañado? -repito, sin creérmelo todavía.

-Sí -contesta Sean con derrotismo-. Por lo visto Alexxa Brava es la novia de Jasper, el de los Grim Knights. Y todo este… circo estaba pensado únicamente para que ellos tuviesen su maldito espectáculo en el Caesar’s.

-Y los chicos… ¿qué opinan?

Sean resopla.

-Hay diferencias de opiniones. Pero he hablado con tus abuelos y me han dado una idea -explica con algo más de entusiasmo, o eso creo percibir-. Ahora mismo estoy subiendo a disculparme con The Mob.

Vale, ahora sí que no entiendo ni media de lo que está pasando.

-Con The Mob… -repito por enésima vez. Camille enarca una ceja de sorpresa a mi lado. Se debe pensar que me ha entrado complejo de papagayo-. Pero, Sean, es tu antiguo grupo…

-Precisamente por eso -me contesta él, resuelto, antes de que su tono vuelva a bajar-. Ah, y sé que no debería pedirte esto… -Sean hace una pausa que vuelve a ponerme la piel de gallina-. Pero me encantaría que estuvieses aquí.

Sacudo la cabeza. No, no, no. No puede pedirme eso. Ahora no.

-Sean, lo siento, tío. No puedo.

Sé que esa frase ya se la he dicho y la última vez me eché atrás. Pero en esta ocasión mi voluntad se va a quedar donde está. Y punto.

-Sabía que dirías eso -me responde entonces Sean con algo que parece decepción en la voz-. Aun así, dale recuerdos a Camille, ¿vale?

Inspiro hondo para evitar que se note que su respuesta me ha desinflado, pero le digo que lo haré y cuelgo enseguida, quedándome después tumbado mirando al techo.

-¿Y bien? -me pregunta entonces Cam, trepando hasta que nuestras narices están a la misma altura.

-No sé -confieso, moviendo la cabeza de un lado a otro mientras trato de que mi mente deje de girar con tanto pensamiento alocado-. Sean me ha dicho que el concurso está amañado para que ganen los Grim Knights, pero por lo visto se le ha ocurrido una idea y… -trago saliva al enfrentar su mirada-… me ha pedido que vaya.

Camille, para mi sorpresa, sonríe con algo parecido a una mueca burlona.

-¿Y…?

-Ya lo has oído -respondo con firmeza-. Le he dicho que no.

Ella tuerce más el gesto pero no dice nada, sino que se limita a apoyar de nuevo la cabeza en mi hombro. Ambos nos quedamos en silencio un buen rato hasta que vuelvo a escuchar su voz sobre mi piel.

-Deberías ir.

Cierro los ojos con fuerza, esperando despertar de esta pesadilla en algún momento. No es posible. ¿Qué le he hecho al mundo para que me esté pasando esto? Por su parte, al ver que no digo ni mu, Camille levanta la cabeza y me observa, con lo que me obligo a devolverle la mirada.

-Moose…

Vuelta a empezar. Solo que esta vez no pienso dejarme derrotar tan fácilmente.

-Cam, ya hemos hablado de esto -me mantengo, terco-. No quiero ir.

-Sí quieres ir y te necesitan -insiste ella con la misma cabezonería que yo-. Además, estoy segura de que si no lo haces, jamás te lo perdonarás…

Ay, no. Otra vez no. ¿Por qué sabe exactamente dónde tiene que darme para que reaccione? Sin embargo, aunque tenga razón en todo lo que ha dicho, sé bien lo que puede suponer ir a bailar esa final a las Vegas… Porque Sean ha dicho que el concurso está amañado pero, ¿y si sucediese un milagro?

Por ello, tras un microsegundo de meditar sobre ello, decido arriesgarme.

-Vale, iré. Pero con una condición -antes de que Camille pueda decir nada, añado acercando mi rostro al suyo-: baila conmigo.

Como imaginaba, mi chica abre mucho los ojos a causa de la sorpresa y retrocede unos centímetros, mirándome como si me hubiese vuelto loco. No obstante, jamás he estado tan convencido de algo y ahora sí que no pienso echarme atrás.

-Moose, yo ya no bailo -me recordó al ver que me mantengo en mis trece-. Fue divertido volver a ello en la Universidad pero… -hace un gesto abarcando el dormitorio-. Ahora tengo otras responsabilidades.

Sabía que diría eso y, por tanto, decido pasar al siguiente punto de mi plan.

-Pues si tú no vas, yo tampoco -aseguro, cruzándome de brazos como quien no quiere la cosa.

Camille empieza a desesperarse, lo que demuestra cómo pone los ojos en blanco antes de incorporarse, imitando mi gesto.

-Mira que eres… -me reprocha, sin acabar la frase.

Y procurando que mi pulso no se acelere más de lo necesario al volver a ver de golpe la mitad de su cuerpo desprovisto de ropa, me levanto para ponerme a su altura y le digo:

-Camille. He aprendido por la fuerza que eres una parte de mi vida a la que no renunciaría por nada del mundo. Pero también sé que, si no subes conmigo a ese escenario y por lo que sea ganamos, yo no lo sentiré como una victoria -despacio, subo una mano para acunar su rostro-. Te quiero, Camille Gage, y no pienso dejar que nada ni nadie me separe de ti. ¿De acuerdo?

Cam me observa unos segundos como petrificada y, aparentemente, sin saber qué decir. Pero cuando empiezo a sonreír, ella me imita y después me besa.

-Está bien -acepta, haciendo que me sienta el hombre más afortunado del mundo.

Entonces, ante el roce de nuestras pieles, algo se desencadena de nuevo entre nosotros y nos dejamos llevar, felices y enlazados por nuestro amor. De todas formas, aún quedan unas horas para tener que ir al avión, ¿no?

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.