The Only One – Camille&Moose (Step Up Fanfic)
Capítulo 28 – Deberías llamar a Sean (Los Ángeles)

Camille se acaba de acurrucar a mi lado. Noto su piel rozando la mía y su respiración tranquila. No puedo ver su cara desde aquí arriba, puesto que su cabeza se ha apoyado en la curva de mi hombro y el flequillo le oculta los ojos, pero juraría que está dormida. La luz de la lamparita que adorna nuestra sencilla mesita de noche aún está encendida, pero decido no apagarla. Al contrario, me quedo mirando al techo, pensativo, sin poder evitar que mis dedos se enreden en sus rizos castaños, recorriéndolos lentamente.
He sido un idiota. No puedo quitarme esa idea de la cabeza. Si no hubiese aceptado unirme a aquella estúpida locura de The Vortex, no habría ido a Las Vegas y…
Frustrado, sacudo un poco la cabeza y me froto los ojos. Estoy cansado, pero el recuerdo agrio de los labios de aquella rubia, digna de la mejor revista Playboy por otro lado, sobre los míos, hace que se me revuelva el estómago y me sienta como el peor de los cretinos. Y cada vez más. He estado a punto de perder a Camille por culpa de mi estúpido ego. Por creer que no pasaba nada por irme a la mismísima ciudad del pecado a tratar de echar una mano a un amigo.
Lo sé, Sean en este caso no tiene culpa de nada; ni Andie. Ni siquiera Camille, que me apoyó en todo momento para ir y solo quería darme una sorpresa… «Chaval, eres idiota», me recrimino de nuevo, mentalmente, sin piedad alguna. ¿A santo de qué narices se me ocurrió sacar a bailar a una desconocida?
No obstante, en ese momento una caricia sobre la zona del estómago me hace volver a una realidad, por suerte, mucho más agradable.
-Deberías llamar a Sean -me aconseja entonces Camille.
No, no estaba dormida. Claro que a mí tampoco me apetece nada llamarlo. Sé que debería, pero solo pensar en Las Vegas se me revuelve el estómago. Quizá por eso me limito a gruñir con desgana. Pero debería saber que Camille no se da fácilmente por vencida. Y lo tengo aún más claro cuando su rostro me encara con una clara expresión de reproche.
-Moose… -susurra en tono de advertencia.
Yo, sin embargo, me limito a retorcerme en el sitio y le devuelvo la mirada lo más tranquilo que soy capaz. Cosa un poquito difícil si sus preciosos ojos castaños se me quedan mirando tan fijamente. Hace aproximadamente una hora que he llegado a casa, he subido a la terraza a buscarla, me he disculpado y nos hemos reconciliado con una sucesión de besos cada vez más calentitos que han dado con nuestros huesos en la cama, haciendo el amor como si no hubiese mañana. No me malinterpretéis: en general, nuestra relación es bastante intensa en ese sentido. Pero hacía meses que no recordaba una sesión como esta.
-En serio -me regaña-. ¿Ni siquiera quieres saber si han ganado?
Procuro camuflar un gesto de desagrado antes de responder.
-Camille, ahora mismo no quiero pensar en The Vortex -afirmo, convencido… Aunque una ligera punzada me atraviesa el corazón de inmediato. Ella tiene razón, no puedo renunciar a los focos, a bailar, a disfrutar encima de un escenario. Pero también he descubierto, por las malas, que hay cosas a las que tampoco voy a renunciar -. Casi te pierdo por culpa de ese estúpido concurso y no pienso volver a morder el cebo -le acaricio el borde de la barbilla-. No esta vez -inspiro hondo, procurando camuflar el dolor que me supone haber dejado tirado a uno de mis mejores amigos-. Ni siquiera por Sean.
Sin embargo, a Camille no parece afectarle mi argumento como yo creí que lo haría. De hecho, se lo toma con naturalidad.
-Bueno -con tranquilidad, se encoge de hombros dejando ver una parte de su anatomía en la que ahora tampoco quiero pensar. Más que nada, para no hacer una locura… otra vez-. Nadie dice que tengas que volver corriendo para disputar la final -reconoce-. Pero, ¿en serio no quieres saber si han ganado a The Mob? Al fin y al cabo, es el antiguo grupo de Sean… Esto tiene que haberle afectado -en ese punto, se muerde el labio con una expresión que me indica que está meditando qué decir. Y, por algún motivo, eso me pone la piel de gallina-. Y ahora, sea cual sea el resultado, necesita un amigo más que nunca.
Definitivamente, suspiro y me rindo. Tocado y hundido. La verdad: no sé cómo lo hace, pero Camille tiene la sorprendente habilidad de tenderme trampas sin que me dé casi cuenta hasta que estoy metido hasta el cuello. Sin embargo, su mirada suplicante consigue, al cabo de unos segundos, que coja el móvil y llame a Sean.
Al fin y al cabo, por preguntar no pasa nada… ¿verdad?