Buenos días a todos.
Ahora sí, ¡estreno mis lecturas de 2018! Y lo hacemos, como no podía ser de otra manera, con Fantasía 🙂
Este libro entra dentro de dos Retos Literarios que me han planteado este año:
- Reto Lector 2018 «12 meses, 12 libros»: enero, «un libro que tienes pero no has leído».
- Reto de Lectura 2018: «un libro con magia».
Hablamos de «La Princesa de Iryan», de Andrea P. Muñoz.
Emma ha crecido toda su vida en un mundo sin magia, con una infancia bastante normal. Pero el día que sus padres mueran en extrañas circunstancias y se vea obligada a mudarse con sus abuelos, a su alrededor empezarán a suceder fenómenos extraños que la conducirán, sin quererlo, a conocer el mayor secreto de su pasado: que ella es la princesa Eymel, heredera al trono de Iryan y rival de la actual reina usurpadora, su hermana mayor Seyle.
Así, acompañada por elfos, gnomos y otras criaturas mágicas, Emma… o Eymel, descubrirá lo que significa luchar por la justicia junto a la gente que te importa… y a la que le importas más allá de una simple corona mágica.
Como ya se anticipa en la biografía de la autora, presente al final del libro, en esta corta novela nos vamos a encontrar ni más ni menos que un cuento de hadas. Una historia al uso de aquellas que se hicieron tan populares en nuestras pantallas en los años 80 como pueden ser «Willow», «Legend», «Cristal Oscuro» o «La Princesa Prometida». Capa y espada, magia, viajes, aventuras, traiciones y romances.
Quizá en este sentido sea una lectura a la que el público ya está poco acostumbrado, y me incluyo. Ahora buscamos más profundidad, más trasfondo, conocer a los personajes y esta novela, por este y otros motivos, quizá se hace corta en exceso, dejando un regusto amargo a pesar del final feliz (no es un spoiler, es que estas historias suelen ser así). También creo que en este sentido puede fallar lo a trompicones que va la narración. Si bien no hay acción y aventura constante, como pasa en otros, nos encontramos con otro escollo: las «resoluciones demasiado sencillas».

Creo sinceramente que esta novela, con cincuenta o cien páginas más hubiese sido ideal, porque aunque las descripciones son bastante detalladas y puedes imaginarte el contexto sin problema, no terminas de empatizar con los personajes, no los conoces e incluso el romance entre Noa y Emma (o el triángulo con Rohrt) podía haber dado muchísimo juego y haber sido casi un eje de la historia. Pero todos, digamos, hablan muy rápido, saltan de una escena a otra como si esto fuese un juego de «Super Mario Bros» y confían unos en otros… ¿porque sí?

Y por último y sí, como peor parte de la novela: la ortotipografía.
Puede ser un argumento (no siempre) que escribiste la historia en el instituto, con dieciséis años, que quizá por eso peca de tener una redacción en exceso simple en algunos casos (porque la tiene, no lo puedo negar) con pinceladas de lucidez literaria (metáforas, verbos más cultos o específicos…); pero lo que no puedo excusar, y ya lo habéis comprobado en otras reseñas, son las FALTAS DE ORTOGRAFÍA. Y sí, con mayúsculas.
Pasemos a una ligera reflexión que creo que hago siempre pero no debe calar:
Algunos me comentaron si apuntar que el libro era autopublicado era casualidad o no. Mi respuesta sigue siendo la misma: mirad mis reseñas. Las faltas de ortografía GORDAS me las encuentro siempre en autopublicados.

Y ya no hablamos de que es que te has dejado un acento complicado (hay gente que acentúa «rió» y gente que no, por ejemplo, pero dependiendo de la versión de Word que tengas te lo marca en rojo; varía según la reforma de la ortografía/gramática del momento; o por ejemplo, aquel/aquél, que hubo una temporada en que ya ninguno de los dos se acentuaba. Sólo/Solo, se decidió un tiempo retirar el acento de la palabra que significaba «únicamente»). Lo puedo entender.
Pero que me digas que la madera tiene «BETAS«, que un gnomo «ESCAVA«, que las cosas se hacen «A SÍ» o preguntar si «AS dormido bien«… Me parece de suspenso directo.

Yo creo que eso, con que una sola persona conocedora de las reglas básicas de la palabra te lo lea, te lo dice. ¿Que no usas Word y tu editor de textos no te marca esos errores gramaticales? Estupendo. Pero que alguien te lo corrija, por amor de Dios. Y es que no lo digo yo, es que eso te hace quedar mal como escritor… Y en ocasiones desprestigia hasta al lugar donde publicas (sea editorial, Amazon, Wattpad o el tablón de anuncios del colegio).
Así que, sintiéndolo mucho, a esta novela tengo que darle un 2/5 y decir que, aunque la idea tenía mucho potencial, la ejecución es floja tirando a nefasta. Yo le daría otra vuelta de tuerca.
¡Feliz miércoles!