¡Buenas a todos!
Por fin, después de meses, vuelvo con reseña literaria y, admitámoslo, es posible que hasta el número le pegue (chiste malo, olvidadlo). Puesto que, lo habéis adivinado, vuelvo con mi género «favorito»… La erótica.
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Eric Cassell es un ex futbolista francés perseguido por la post-fama y un pasado de fama e incluso coqueteo con las drogas. Pero Eric quiere ser un hombre nuevo y dedicarse a su mayor hobby: cantar… si es posible cobrando por ello. Lo que no imagina es que en la fabulosa Las Vegas encontrará algo más que un simple contrato de bar…
Bueno. De entrada. Sabéis los que me leéis lo que me chifla la erótica (mentira). De hecho, creo que sigue siendo un problema -y lo digo sin acritud- de la borrachera post- «50 sombras de Grey». Copias, copias, copias… De verdad, es lo único que consigo encontrar. Debe ser, a mi corto entender, que el género no da para más.
La historia de esta saga (de la que aún me quedaría por leer un último tomo) es, saliendo de mi habitual inclinación crítica en este ámbito, sencilla, típica podríamos decir. Dos desconocidos se encuentran por casualidad, salta la chispa, se vuelven locos de… sexo, en realidad -porque llamarlo amor y solo ser capaz de hablar con esa persona y decirle que quieres tirártela salvajemente no me parece amor… Seré rara-, y finalmente deciden casarse tras tres meses de tórrida relación. Por supuesto, sus problemas del pasado los persiguen y les dan algún que otro quebradero de cabeza… pero chiquitín, nada que no se pueda solucionar con un chasquido de dedos del autor y todos tan contentos.
No me ha parecido especialmente profunda -eso empiezo a asociar que va con el género- ni en tramas ni en personalidades de personajes. Los protagonistas siguen siendo clichés físicos: mujer despampanante y preciosa, y un hombre que parece el David de Miguel Ángel bajado a la Tierra. Eso sí, todos ellos son buenas almas y tienen un corazón de oro, mientras que los malos y algunos secundarios son los que les odian y tienen el corazón negro. Reconozco que es cierto: Eric tiene algún claroscuro, pero muy muy difuso. Nada que te tensione de verdad. Y menos si te dejan cristalino entre líneas lo que va a pasar después. No hay grandes sustos que te dejen con intriga, todas las resoluciones son previsibles e incluso absurdas (cuando Harry devuelve a Scott porque sí, sin pelear, me pareció un cierre de tomo de «bueno, venga, esto es un terreno demasiado pantanoso»).
Por último, decir que ni siquiera las escenas de sexo me han parecido mínimamente originales, eran hasta demasiado cortas para lo que suele darse en este tipo de novelas. Sí, casi todo fantasías, pero casi echas en falta una descripción en condiciones.
Por todo esto, le pongo un 2/5 y lo dicho, no creo que me lea el último tomo.
¡Disfrutad de la semana, ya queda menos para el finde!