Hola, hola, brujines.
Bueno, tras una semana más que ajetreada, os traigo una nueva reseña. En este caso, de la novela «Sin noticias de Gurb»; de Eduardo Mendoza.
Lo cierto es que este librito de apenas 150 páginas es el típico que siempre te ofrecían en el instituto, o bien como lectura obligatoria, o bien como opcional en algún curso. En mi caso, fue lo segundo y, quién sabe por qué motivos adolescentes, no la escogí.
Sin embargo, el otro día volví a encontrarlo en una de las estanterías de mi casa y dije: ¿por qué no? Después de las 600 páginas de Alianzas, necesitaba algo cortito, lo confieso 🙂
Y así me adentré en esta historia en la que dos alienígenas llegan a la Tierra en misión de reconocimiento, y el primero de ellos que sale de expedición se pierde y desaparece a las pocas horas. El otro, mediante sus capacidades genéticas para la transformación y el disfraz, decide salir a buscarlo, lo que desemboca en todo tipo de situaciones rocambolescas. Si consigue dar o no con su primer compañero, que no es otro que el tal Gurb, lo dejo para cuando toméis la lectura entre las manos 😉
Sin noticias de Gurb (Casa del Libro)
Lo cierto es que es una historia que, si bien tiene cosas que no me han gustado mucho, como por ejemplo el hecho de que todo el mundo reconozca al protagonista aunque cambie de aspecto, que a nadie le sorprenda que vaya por la calle con la lengua rozando el suelo o sin brazos, o que ningún transeúnte de los que se cruzan con él se lo lleve al manicomio de las orejas por ir con esquís por La Rambla de Barcelona, poco a poco te das cuenta de que esos detalles son pura crítica hacia la sociedad. Las situaciones desternillantes para el lector y siempre absurdas, nos dan una idea de cómo el autor ve la sociedad de la época (finales de los 80 – principios de los 90). Una sociedad barcelonesa en la que, por lo visto, la gente no es capaz de darse cuenta de lo que realmente sucede a su alrededor ni aunque pase corriendo una recua de unicornios rosas por delante de sus narices.
Aparte, creo que el hecho de que el alienígena protagonista necesite pocas cosas para vivir e incluso en origen sea incorpóreo, nos refleja una forma de vida totalmente opuesta al materialismo que se ve en los humanos que lo rodean, y se critica nuestro afán de consumismo desmedido (es curiosa la escena en la que el protagonista compra un montón de baratijas, unas más caras que otras, y cuando llega a la nave las desintegra porque no ve para qué las puede necesitar).
El estilo inicialmente puede resultar algo caótico, porque lo plantea como un diario por horas. Yo a veces confieso que no me leía el título de cada capítulo (que indicaba qué día era desde la llegada a la Tierra) o la hora que encabezaba el párrafo, y hasta que me di cuenta de que no iba todo seguido no empecé a mirarlo. Pero la forma de escribir de Eduardo Mendoza es muy clara y cercana, a la par que divertida, amena y entrañable. Yo acabé cogiéndole mucho cariño al protagonista, lo admito.
Así que creo que esta lectura se va a llevar un 4/5 🙂 ¡Hasta la próxima, lectores!