The Only One – Camille&Moose (Step Up Fanfic)
Capítulo 10 – Una vez en diciembre (Baltimore)
Se acerca la actuación de Navidad de la MSA. Todo son carreras, cuchicheos, histerismo y ensayos hasta la saciedad. Los que van a ocupar cabezas de cartel están en boca de todos los estudiantes, teñidos los comentarios de envidia.
El antiguo grupo de Moose y yo –la nueva incorporación de este año– tenemos un número de Street montado y aparte yo tengo una actuación de ballet. ¿Que debería estar contenta? Claro que lo estoy… Salvo por un detalle.
Ahora mismo nos encontramos en el salón de actos, viendo los ensayos de algunos compañeros.
En este preciso instante, una chica de mi edad de piel morena, ondulada melena por debajo de la barbilla y mirada dulce canta I Never Want to Go Home Again de Gigi con una voz angelical.
Pero no es ese tipo de envidia la que hace que algo me corroa por dentro.
Es la forma en que la mira Moose.
–Cathy lleva el mismo camino que su hermana mayor –comenta entonces Chase por lo bajo antes de dedicarle una carantoña a Andie–. ¿De verdad tenemos que estar aquí? –susurra junto a su cabeza, pero no en voz lo suficientemente baja como para que no lo oiga yo.
Y estoy de acuerdo, soy la primera que quiere salir de este antro. Su novia, sin embargo, se limita a darle un codazo y apuntar con la barbilla al estrado situado justo frente al escenario.
–Yo que tú no provocaría a la hidra más de lo necesario –bromea, antes de volverse hacia Moose con cara de circunstancias–. Oye, ¿estás bien?
En la penumbra, apenas veo su expresión, y menos cuando se gira hacia Andie.
–Es una Donovan –escucho que murmura, haciendo que se me pongan los pelos de punta–. ¿Qué más quiere tu futuro cuñado?
Sí, lo habéis adivinado: esa señorita de melodiosa voz es la hermana pequeña de Sophie. Bufo. Siempre Sophie. Sé que Moose está dolido, pero su fantasma casi me persigue más a mí que a él últimamente. Me da la impresión, como su mejor amiga, de que nunca seré capaz de sacarle de esa amargura. Y ver a la futura Triple Corona 2.0 pavonearse sobre el escenario no ayuda en absoluto. Ni a él, ni a mí.
Creo que Andie y Moose han empezado a cuchichear y me molesta. Me siento desplazada… otra vez. No sé, cada vez que aparece ella, es como si perdiese una parte de lo que éramos, de lo que siempre pensé que seríamos. «Despierta, Cam», me recomiendo mentalmente. «Te fuiste tú, ¿recuerdas?»
Estoy a punto de llorar. No soporto esta situación. Me asfixio. Por ello, mientras Catherine Donovan sube a un vibratto casi imposible para cualquiera menos para ella, culminando su actuación, yo tomo una decisión. Es arriesgado, pero en este momento me da igual. No quiero que Moose vea cómo estoy. Ya está entretenido, ¿no?
Despacio para que Collins no se entere, a pesar de todo, cierro tras de mí la puerta del salón de actos y al sentir el aire fresco del vestíbulo, echo a correr escaleras arriba. Solo hay un lugar en el que me sienta segura en este edificio, a salvo de todo. El estudio 1, donde todo empezó.
Cuando entro, la luz todavía entra a raudales por los amplios ventanales. Nora y Tyler me hablaban de este sitio, aunque solo comprendí sus descripciones el día que entré aquí por primera vez. El ambiente es… mágico.
Pero sigo teniendo una opresión en el pecho que no me deja respirar. Ver cantar a Catherine, cómo la observaba Moose, el comentario de Chase… Es demasiado para mí. Una parte de mi cerebro grita que lo que estoy es celosa de que Moose no me preste toda la atención que desearía, y maldita sea si tiene razón. Pero no puedo dejar que lo descubra. No puedo perderle.
Lentamente, me acerco a los ventanales como si la luz del atardecer me atrajese hacia allí igual que un imán. Hay algo en los juegos que hace sobre el suelo… que invitan a soñar. Y serenan mi ánimo. Cierro los ojos y respiro hondo. En este momento, me viene a la cabeza una de mis canciones favoritas de cuando era pequeña. Mi madre me ponía esa película muchas veces y generalmente la veíamos juntas. Creo que a ella también le gustaba. Por eso, cuando mis labios se entreabren para dejar salir las primeras notas, no lo contengo.
Osos de baile,
Alas pintadas,
Cosas que casi recuerdo,
Y una canción que alguien canta
Una vez en diciembre.
Alguien me sostiene seguro y caliente.
Caballos trotan a través de una tormenta de plata.
Figuras bailando con gracia
A través de mi memoria…
Durante lo que sería el crescendo para el interludio instrumental, bailo un vals simulado por toda la estancia. Igual que la protagonista, me inclino en pliés sucesivos como si saludara y lo alterno con pasos de ballet para desplazarme de una esquina a otra.
Alguien me sostiene seguro y caliente.
Caballos trotan a través de una tormenta de plata.
Figuras bailando con gracia
A través de mi memoria…
Muy lejos, hace mucho tiempo,
Resplandeciente como una brasa,
Cosas que mi corazón
Solía conocer,
Cosas que anhela recordar…
Y una canción
Alguien canta
Una vez en diciembre.
Bajando la voz en los últimos versos, termino casi arrodillada en el centro del aula, con la barbilla inclinada hacia el suelo. Dios mío, hacía tantos años… Pero cuatro palabras, apenas susurradas en un balbuceo, me sacan de golpe de la ensoñación y me hacen alzar la cabeza, palideciendo al ver quién es su portador.
-Ahí… va… la… leche…
Tierra, trágame. No es posible. Ni siquiera él. No. Nadie debería conocer mi secreto. No quiero que lo sepan. Pero ni una palabra sale de mis labios. Durante unos minutos que se nos hacen eternos, solo nos miramos fijamente, como si nos hubiesen congelado en el tiempo. Pero en cuanto él se repone e intenta murmurar un: «Cam… yo…», mi cuerpo reacciona de golpe. Me levanto de un salto, corro hacia la puerta, cojo mi mochila y escapando por los pelos de su mano y su llamada, recorro a toda velocidad el pasillo hasta la escalera más próxima.
«Mierda…»
Aunque no sé si me duele más el hecho de que me haya sorprendido así, después de la actuación de Catherine… O el remordimiento de conciencia por no habérselo contado nunca.