¡Hola mis brujit@s!
¿Cómo va ese fin de semana? Espero que de lujo, como siempre… Y si no, bueno, siempre pensad que todo lo malo al final pasa 🙂 ¡ánimo!
Yo, por mi parte, hoy vengo con una reflexión cortita pero creo que os gustará. Y es… ¿hasta dónde podemos expresar nuestra opinión sobre algo banal y que la gente sea capaz de desdeñarlo abiertamente y de malos modos? Si fuesen cosas importantes – política, por ejemplo – quizá entendería que se diesen debates encendidos puesto que es lo que conduce nuestra sociedad y al final del camino, lo que se busca es el bien común y la convivencia pacífica. Pero, ¿cómo vamos a ser capaces de dialogar a ese nivel si no somos capaces de respetar los gustos más ínfimos de los que tenemos al lado todos los dias?
A lo largo de mi vida, confieso que me han dicho muchas cosas a este respecto. Que si soy una infantil porque aún disfruto con un clásico – o no tan clásico – Disney; que si soy una inculta musical porque no reconozco físicamente al cantante de AC DC o porque no me gusta el Heavy Metal; o que si me dedico a escribir porque ya me cansé de curar perritos. Y yo, en ese momento, no soy capaz de responder… Porque, ¿cómo entender que alguien pueda ser tan rudo a la hora de descartar los gustos de los demás y después pretenda que se respeten sus ideas y sus gustos por encima de todo?
Yo, personalmente, creo que algo estamos haciendo muy mal… Todos. Sin distinción.
Que terminéis bien el fin de semana y hasta dentro de quince días, mis secuaces 😉 sed buenos
.