¡Buenos días de domingo brujill@s! ¿Hace un día estupendo, no creeis? Bueno, al menos en Madrid, donde estoy yo pasando uno de mis fines de semana de libranza.Porque, no sé si lo sabéis: yo no soy solo escritora. También… Soy veterinaria.
Ser veterinario no es una profesión fácil; desde el primer curso, las jornadas son largas y agotadoras; el tiempo para estudiar, escaso, aprovechando hasta el último resquicio libre de tu tiempo para refugiarte en la biblioteca a estudiarte la práctica del día siguiente, hacer trabajos para tres asignaturas o estudiar los parciales (eliminatorios o no, según el caso) que sin quererlo tienes ya a la vuelta de la esquina. Pero es cierto que, si te gusta y realmente quieres ser veterinario, eso al final no te importa. Sales adelante; se saca y se pueden tener buenas notas 🙂
Pero claro, a mi me preguntan: ¿y cómo escribiste Los Hijos de los Dioses estudiando veterinaria? Mi respuesta: no lo hice 😉 Al menos, no del todo. Ya que solo aproveché a hacerlo el último año de carrera, momento en que intercambié Madrid por Córdoba y mis horarios dejaron de ser tan intensivos 🙂 Y aún así, diría y muchos en la Facultad estarán de acuerdo conmigo, que la carrera no es incompatible con la creatividad y la escritura. Mirad si no el concurso de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid «Hablemos de animales», o el resurgimiento este año y el pasado de asociaciones como «La Garceta 2.0» o «En Clave de Mu» 🙂 Cosas así hacen que me sienta orgullosa de mi profesión y de la Facultad que me vio convertirme en profesional. Porque sé que hay luz al final del túnel, que saldremos adelante y que aún hay gente que tiene ilusión por lo que estudia y lo que quiere hacer en el futuro… Aunque, por el momento, este es bastante negro para todos los «recién llegados»…
Pero eso lo trataremos en otro post 😉
Un abrazo y que vuestros sueños nunca dejen de impulsar todos los actos de vuestras vidas ❤ Hasta dentro de dos semanas 🙂