Hoy he recibido un regalo de cumpleaños que, aunque atrasado más de un mes, ha sido muy especial para mí. Yo sabía que esa persona se traía algo entre manos; al fin y al cabo, ha sido parte integrante de todo lo que condujo a que Los Hijos de los Dioses, mi primera novela, fuese una realidad con cuerpo, papel y tinta.
El regalo era muy sencillo (bueno, en realidad eran dos, pero del otro no puedo desvelar nada por el momento 😉 ). En el caso que nos ocupa, probablemente, más de uno malpensará: bah, ¿qué emoción puede tener un cartón pintado? Pues, para mí, ese simple detalle es más que un tesoro. Algo que una persona muy especial ha hecho para que yo tenga un recuerdo único de esta experiencia literaria que hemos vivido juntas. Es un mensaje, un ideal, el reflejo de un sueño cumplido.
Así pues, solo me queda dar las gracias a Amelia, mi ilustradora, mi compañera, aquella que es capaz de dar vida e imagen a mis pensamientos, por este maravilloso regalo.
Y como reza la inscripción: «que los Hijos de los Dioses te acompañen siempre»
Buenas noches 🙂 Sed felices.